[Este artículo fue editado y publicado en septiembre de 2013 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por ALEX OLLER
A tres semanas de su arribo a la Costa del Sol española, a Roberto Chen le invade el recuerdo infantil de la entrañable cancha de Aserrín. El nuevo fichaje panameño del Málaga debutó el pasado 17 de agosto en la fecha inaugural de la liga española ante 40.000 espectadores en Valencia, pero tiene bien presente cómo jugaba hace cuatro años ante menos de 5.000 aficionados del Club San Francisco de La Chorrera; y también como ayudó, junto a amigos y familiares, a crear su primer rectángulo de juego sobre un terreno irregular.
“Construimos la cancha con mis primos y hermanos, limpiando un monte de piedras y echando el serrín de un aserradero frente a mi casa. Allí empecé a jugar. Son muy lindos recuerdos”, explica Chen, de apenas 19 años y uno de los abanderados del nuevo Málaga que dirige el alemán Bernd Schuster, basado en la juventud y un concepto parcialmente modificado del fútbol de ataque propuesto por su antecesor, el chileno Manuel Pellegrini.
Las ventas de jugadores importantes obligaron al club andaluz a replantearse la política deportiva y, a Schuster, a alterar el punto de partida con especial atención deparada en la defensa; y es allí donde la figura de Chen, central prometedor, nativo de Isla Colón y poco conocido hasta su reciente despunte en la Copa de Oro, encaja a la perfección.
“Mi objetivo es ir aprendiendo, darle duro como se dice en buen panameño e ir poco a poco hasta ganarme la confianza del míster, sin conformismo”, subraya Chen, a quien, sin embargo, las circunstancias obligaron a un debut acelerado ante el Valencia, al caer por lesión el titular Weligton, y no estar recuperado el veterano Sergio Sánchez.
El panameño no pudo celebrar punto alguno por culpa de un desafortunado fallo del arquero argentino Wilfredo Caballero, pero disputó el partido completo y causó buena impresión, disparando la ilusión entre los aficionados de su país de cara al siguiente compromiso contra el Barcelona.
Pero Schuster, quizás con ansias de protección, le reservó y dio entrada a Sánchez, una decisión que no cambió el resultado de derrota y tampoco alteró demasiado a Chen, notablemente maduro para su edad y de apariencia tan tranquila en la cancha como fuera.
“No suelo ponerme nervioso antes de los partidos. Es normal cierta ansiedad, pero no me presiono porque el fútbol es lo mismo en todas partes. Hay que disfrutar del juego, porque eso no tiene precio. Vi al Barsa desde la banca, y parecen más peligrosos por televisión. El ritmo no me sorprendió”, espeta sin rubor.
Ciertamente, aquella cancha de Aserrín a la que retorna periódicamente a conversar con sus seres cercanos dista mucho de los estadios de la primera división, pero Chen destila confianza por ahora en Málaga, feliz por la realización de un sueño de bien chico y aceptando con tanta naturalidad el primer control antidoping en su debut, como la atención mediática que ha despertado su insólita aventura.
Solo dos panameños, al fin y al cabo, le han precedido hasta la fecha en la liga española: el fallecido Rommel Fernández y su gran valedor y actual seleccionador, Julio “Dely” Valdés, quien requirió de etapa previa en el futbol sudamericano.
El ex delantero del Málaga ha ejercido de catalizador para la carrera del joven futbolista, quien aún carece de representante, dándole la alternativa en la Copa de Oro que generó un punto de inflexión en su corta trayectoria. Chen, quien tenía entonces medio encarrilado su fichaje por los Sounders de Seattle de la MLS estadounidense, despuntó en lugar del capitán Felipe Baloy, a quien el seleccionador reservó, y acaparó las atenciones que finalmente le valieron el acuerdo con el Málaga.
“Siempre vi la liga española por televisión. Era mi sueño jugar junto a los mejores y en solo cuatro años lo he conseguido. Es un impulso para los jóvenes de mi país. Estoy muy a gusto, con el mar cerca que me recuerda a Panamá”, comenta el caribeño, quien espera verse acompañado pronto de su novia y sus padres y, al no disponer del dorsal 5 ni del 24 (día de su nacimiento), se decantó por el 23 en homenaje a Baloy.
De padre ingeniero agropecuario y madre maestra, parece tener bien asimilada la virtud de la paciencia, así como el enfoque propio de su otra gran pasión: el béisbol.
Admirador del cerrador de los Yanquis Mariano Rivera y aficionado a múltiples deportes desde bien joven, sus innatas capacidades atléticas le permitieron destacar tanto en atletismo como sobre el diamante del equipo de pelota local, donde custodiaba el jardín central. “Disfrutaba mucho de una buena atrapada o un buen bateo, pero siempre he preferido el fútbol, donde hay más contacto. Aunque son deportes diferentes, la concentración, la vista y el enfoque que requieren el béisbol me han ido bien para mantenerme atento y bien parado en el fútbol”, comenta.
A esas y otras virtudes como su polivalencia y condición de ambidiestro se agarran Valdés y sus compatriotas de cara a las cruciales citas de Panamá en septiembre contra Jamaica y Honduras en el hexagonal mundialista, esperando que un pleno de victorias mejore las posibilidades de clasificar al primer Mundial de su historia. “Tenemos buenos jugadores y vamos a buscar los seis puntos. Estamos allí y cualquier cosa puede pasar”, alienta el zaguero, consciente de la ampliada responsabilidad que acarrea su nueva condición de emigrado.
Acostumbrado a quemar etapas, como demuestran su satisfactoria recuperación de una operación de rodilla y el haber competido en las selecciones Sub-17, Sub-20 y absoluta de Panamá en un mismo año, Chen aguarda ahora pacientemente su turno en el centro de la defensa del Málaga. Como buen toletero, en espera de una jugosa bola rápida que batear fuera del estadio.