[Este artículo fue publicado en octubre de 2011 por THE ASSOCIATED PRESS]
BARCELONA (AP) – “Me da igual, me da igual… ¡Con Héctor Cúper hasta el final! Me da igual, me da igual… ¡En Primera nada más!”.
Ese es el curioso cantico que ‘Bravo Luchador’, peculiar y perenne seguidor del Racing de Santander, dedica a las puertas del estadio El Sardinero al técnico argentino Héctor Cúper, inquilino del banquillo cántabro desde el pasado mes de junio, cuando este hombre nacido hace 55 años en Chabas, Argentina, fichó por un histórico del fútbol español.
Pese al dificultoso arranque del Racing en la presente campaña, en que ocupa el penúltimo puesto con cuatro unidades previo a la octava fecha, es demasiado prematuro aventurar si el “final” al que alude ‘Bravo Luchador’ será más pronto que tarde. Aún y con sólo cuatro goles anotados y ninguna victoria, el equipo empezó con buenas sensaciones el campeonato, destacando su empate en casa con el Real Madrid, y hay que tomar en cuenta que la plantilla ha sufrido bajas importantes, como la del mediocampista Gonzalo Colsa o el delantero argentino Lautaro Acosta.
Ello ha obligado a Cúper, que siente predilección por futbolistas curtidos, a recurrir más de lo deseado a los jóvenes. También es cierto que el historial del técnico evidencia una trayectoria de estancias cortas, no más de dos años en un mismo equipo, desde que colgara las botas.
Fue aguerrido defensor de Ferrocarril Oeste, Independiente Rivadavia y Huracán, además de la selección argentina. “Un poco como yo”, apunta su compatriota y colega Mauricio Pochettino, del Espanyol, con quien se enfrenta este sábado. “No sabría decir si se le ha reconocido justamente su dilatada carrera, que para mi tiene un gran valor y mérito y ha sido muy exitosa. Lo respeto muchísimo y lo saludaré antes del partido”.
El éxito al que alude Pochettino es ciertamente relativo según el interlocutor, pues el camino de Cúper está marcado tanto por las gestas logradas con equipos de perfil medio-bajo como por la incapacidad de concretar sus hazañas en títulos: hasta siete trofeos importantes se le han escurrido de las manos en el último instante.
Los más destacados, dos finales de la Liga de Campeones perdidas consecutivamente con el Valencia ante Real Madrid y Bayern Munich en 2000 y 2001, respectivamente. O el ‘scudetto’ italiano cedido con el Inter Milan a la Juventus en la última jornada de la siguiente campaña.
Cúper regresó “ilusionado” a la liga española, que define como “la mejor del mundo” cuatro años después de dirigir al inestable Betis y, previamente, al Mallorca. Su arribo a Santander, otro club en apuros tanto en el terreno de juego como en los despachos, creó las expectativas justas. “El objetivo, sin duda, es la permanencia”, subraya.
Su estilo austero, profesional y educado pero distante, gustara más o menos, pero nadie acusa al estratega de engaño. Apuesta por un fútbol defensivamente sólido, con especial atención a la estrategia a balón parado y directo. Ni proclama vistosidad ni la busca. Sí promete compromiso y seriedad. Y sus futbolistas suelen seguirle a rajatabla.
La reputación es la de un técnico más apto para etapas y torneos cortos que grandes proyectos, capaz de diseñar magistralmente un partido concreto pero poco dado a trazar una hoja de ruta a largo plazo o apostar decididamente por la cantera. Su fútbol de supervivencia se intuye un traje a medida del actual Racing, aquejado de problemas económicos e inestabilidad institucional.
“En unos casos duré poco porque tuve ofertas para progresar y las acepté. Sí me gustaría liderar un proyecto a largo plazo”, reconoce. “La Selección es algo que tengo en mente pero tampoco me obsesiona”.
Para los anales del fútbol español quedan aquellos choques de los años 90 entre el Barcelona del holandés Louis Van Gaal y el Valencia de Cúper, en que los “chés” se acababan imponiendo sistemáticamente con goles del argentino Claudio ‘Piojo’ López. También la final de Copa del Rey perdida en 1998 ante el Barsa, en que su Mallorca batalló hasta alcanzar la tanda de penales con dos hombres menos.
Pep Guardiola formaba entonces parte del plantel azulgrana, y el hoy técnico “culé” reconoció su admiración por Cúper previo a su reciente enfrentamiento, saldado en victoria del Barsa por 3-0: “Es un maestro del trabajo defensivo y la estrategia. Sus equipos son difíciles, hay que pensar en cómo atacar y defenderse de su juego directo”.
Tan directo como Cúper en la definición de su filosofía futbolística: “Para mí, el valor más importante es ganar”, zanja, al tiempo que destaca “la consecución de la CONMEBOL con Lanús, el primer título mío y del club”, como su mayor satisfacción como técnico. Y una espina clavada: “No haber ganado alguna de mis finales”.
En Santander defienden a capa y espada la labor de un hombre plenamente dedicado a su oficio, que optó por instalarse en un piso cercano al estadio, conduce un auto de gama básica proporcionado por el club y parece haberle tomado el gusto al pescado del mar cantábrico, pese a su preferencia por la carne, como buen argentino.
Apasionado del fútbol y devoto de Carlos Timoteo Griguol, a quien considera maestro, Cúper explica que lo que más le gusta “es preparar el trabajo que se va a desarrollar durante la semana” y revela que “de no ser entrenador, hubiera sido periodista deportivo. Mis primeros recuerdos con el balón son partidos del fútbol de cinco contra cinco cuando era niño. Decidí hacerme entrenador un año previo a retirarme, aunque lo tenía muy claro desde mucho antes”.
Le acompañan en su quinta aventura en España sus fieles escuderos, el segundo entrenador José Carlos Fantaguzzi y el preparador físico Ángel Puebla, sobre los que delega a menudo. El trío tuvo un inicio accidentado, cuando el primer entrenamiento del Racing fue saboteado por un fallo en el sistema de iluminación.
No ha sido, desde luego, la única dificultad. Pero, con luz o sin ella, Cúper sigue su camino, fiel a sus ideas..
“Hasta el final”, como canta ‘Bravo Luchador’.