[Este artículo fue editado y publicado en febrero de 2012 por THE ASSOCIATED PRESS]
Por: Alex Oller
BARCELONA (AP)– Hace apenas un año, se producía una imagen bien curiosa en las instalaciones de entrenamiento del Valencia Club de Fútbol: la de un futbolista de élite llevándose la comida a casa en un ordinario “tupperware”, como cualquier hijo del proletariado.
Se trataba de Ever Maximiliano David Banega, nativo de Rosario, ex fenómeno de Boca Juniors, internacional argentino desde 2008, actual organizador del tercer clasificado de la liga española y, a sus 23 años, eterna esperanza de los aficionados al fútbol cocinado a fuego lento.
Fue precisamente, la cocina -o mala cocina, en este caso- el motivo de la estampa obrera de Banega camino de su cercano domicilio, a la sombra del esqueleto del nuevo estadio Mestalla, aún en construcción.
Entre los múltiples factores que han influido negativamente en el irregular desarrollo del talentoso futbolista cuentan que estaba la pobre alimentación que a menudo resultó en nocivo sobrepeso en sus cinco primeras campañas en España.
Llegado con apenas 19 años, Banega residía solo en Valencia y, como es habitual en jóvenes expatriados, se alimentaba a base de comida rápida y a deshoras. Pecado profesional para un deportista de elite que, fuera de los terrenos de juego, tampoco ejercía un estilo de vida acorde con su condición.
Es por ello que su máximo valedor, el técnico Unai Emery, optó finalmente porque el centrocampista almorzara al menos tres días por semana en la ciudad deportiva, donde podía supervisar su dieta. O, en su defecto, se llevara la comida preparada a casa. Y hasta al propio cocinero si fuera preciso.
Tal era la consternación con el chico que en Rosario apodaban “El Pucho” y en las categorías inferiores de Boca causó sensación, llegando a merecer elogios comparativos con Fernando Gago, su predecesor en el prestigioso puesto del clásico “cinco” argentino.
Pero el mimo y la atención deparados por parte del cuadro técnico y la cúpula directiva parece que al fin están dando sus frutos con Banega, futbolista de marcados altibajos que anda cuajando su mejor campaña en Europa después de tener pie y medio fuera del club el pasado julio. Transcurridas 21 fechas de liga y pese a una inoportuna lesión de rodilla que le tuvo cinco jornadas parado, acumula 13 partidos jugados, siempre de titular, con dos asistencias de gol, 160 balones perdidos por 58 recuperados, y ha ejecutado con éxito 22 de los 57 regates intentados.
Antes de la lesión, Banega figuraba incluso como el octavo mejor pasador del campeonato y segundo mejor regateador tras su compatriota y astro mundial, Lionel Messi. Estadísticas notables para un mediocentro.
“Nos da muchísimas cosas porque tiene un talento de primer de nivel”, explica su compañero Aritz Aduriz. “Ha madurado mucho y está rindiendo como nunca. Estoy seguro de que va seguir mejorando y dándonos grandes alegrías”.
Pero como el dicho de “nunca digas nunca jamás” no hay “ever” que valga con Banega.
Su discontinuo rendimiento desde que saliera de Boca por 18 millones de euros, unido a un largo historial de polémicas extradeportivas, resultaron en el intento -sin éxito, tras su decepcionante participación con Argentina en la Copa América- de ponerle en el mercado; y la contratación del ex Getafe Dani Parejo como seguro en caso que volviera por sus fueros.
La extensa lista de agravios del organizador incluían, además del sobrepeso, negarle el saludo a Emery tras un cambio, alargar la fiesta de cumpleaños del técnico hasta presentarse tarde y en pésimas condiciones al entrenamiento del día posterior, constantes salidas nocturnas aderezadas con un positivo por alcoholemia al volante y, finalmente, insinuaciones sobre posible cambio de aires durante las últimas vacaciones, incluida foto en las redes sociales posando con la camiseta del Real Madrid que irritó a la hinchada.
Y todo ello, sin contar la etapa previa al periplo europeo, cuando Banega fue más noticia por los destrozos de un hotel de concentración con sus compañeros de la selección Sub-20 y un explícito video íntimo colgado en el ciberespacio que por sus logros sobre la cancha, como el salir campeón de ese Mundial Sub-20 en 2007 o la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín al año siguiente.
No hay recaída por ahora, y el desenlace está siendo más bien el opuesto: para grata sorpresa de la parroquia valencianista, Banega se asentó, siguió los consejos de sus entrenadores, cuidó su físico y se erigió en el líder sobre el campo que siempre vislumbraron los entusiastas de su fichaje.
Así lo validaba el pasado diciembre el diario local Superdeporte, titulando “El nuevo Ever” a doble página y citando fuentes anónimas del club que daban a entender que Banega había madurado y adoptado una actitud más profesional que le permitía rendir por fin con la regularidad anhelada.
Y es que, como el esperado futuro coloso valencianista, Banega es piedra angular de un proyecto, más que obra completada.
El propio presidente “che”, Manuel Llorente, no tuvo problema en así definirlo al extender su contrato hasta 2015 hace poco menos de un mes: “No lo hemos renovado con la intención de venderlo. Si sigue creciendo como hasta ahora, esperamos que se quede para construir el Valencia que todos queremos”.
El sentimiento pareció resonar en Banega, quien reconoció haber sufrido problemas de adaptación en sus primeros años y declaró sin tapujos: “Quiero quedarme porque estoy en deuda con el Valencia”.
Receloso de los periodistas, se esconde tanto de la prensa como se ofrece sobre la hierba, siempre dispuesto a tomar el mando.
Pese a los desencuentros con la afición, el vestuario le quiere casi tanto como a otro “bala perdida”, el lateral Miguel. Pero, al contrario que el portugués, con Banega hay la esperanza de que su recién adquirida tranquilidad fuera de los terrenos de juego se traduzca en mejores prestaciones sobre el césped.
Padre precoz de un hijo de cinco años nacido en Argentina fruto de una anterior relación, es también papá de la pequeña Agostina y parece estabilizada su actual relación sentimental. Comparte carnicería argentina, asados y mate con sus compatriotas Pablo Piatti y Tino Costa, sin importar que el segundo sea competencia directa en el eje de la medular. Y sigue siendo el preferido de Emery, quien mima su autoestima; receta opuesta a Costa, a quien deja menos cuerda.
El potencial ilimitado del futbolista es corroborado por el segundo entrenador, Juan Carlos Carcedo, quien explica que “tiene unas características únicas para mantener la posesión y presionar al contrario. Debe mejorar con la izquierda, pero lee mejor los partidos y no abusa del pase corto como en Argentina. Físicamente está mucho mejor y aguanta el ritmo europeo”.
El recurso a la gambeta también obedece al gen “potrero” propio de su país, del que guarda recuerdos de enfrentamientos con Messi en los clásicos infantiles de Rosario. Era la etapa en que hizo los que denomina “verdaderos amigos” y compartía con sus hermanos su regalo más preciado: “unos botines que usábamos los tres en un mismo día”.
Luego llegaría el tatuaje en el gemelo derecho del escudo de Newell’s Old Boys, su verdadero amor futbolístico, y las pruebas superadas en River Plate y Boca. Banega se decantó los “xeneizes” para corresponder la pasión paterna.
Duró poco, como tantos jóvenes, el cambio a Europa le resultó brusco y dice que aprendió mucho en su año de cesión al Atlético de Madrid, que sorprendentemente no ejerció su opción de compra.
“No había podido demostrar aquí todo lo que tenía y lo vimos todavía un poco verde”, justifica sobre la cesión Carcedo, quien razona la renovada fe en el futbolista: “Sus cualidades lo meritan y está rindiendo a gran nivel”.
En pleno cruce con el Barcelona por las semifinales de Copa, a Banega le llueven elogios desde ambos bandos. Uno de los más valorados, de boca del preparador azulgrana, Pep Guardiola: “Es un jugador fantástico. Internacional y de gran calidad”.
Y pese a su discreta actuación, Emery le sigue “bancando” como dicen los argentinos: “Su aportación este año está siendo buena y queremos que vaya a más”, zanja.
Quizás el sentimiento predominante lo resuma perfectamente el secretario técnico valencianista Braulio Vázquez: “En el mundo hay pocos jugadores que puedan marcar su futuro y él es uno de ellos. Ever va a ser lo que él quiera”.